lunes, 30 de septiembre de 2013

EN RECUERDO DE SALVOCHEA

EN RECUERDO DE SALVOCHEA

El pasado viernes 27 de septiembre, aniversario de la muerte de Fermín Salvochea, se celebró en el CSO La Higuera un encuentro en su homenaje. Nuestro compañero Nico puso música de violín a este acto y animó al público a corear las canciones. Y allí cantamos, puño en alto, entre otras, La internacional, A las barricadas, Ay Carmela, Los reyes de la baraja… Música y canciones que encendieron los corazones de los asistentes hasta hacerlos emocionar, demostrando que la voz del pueblo, con música, se expresa mejor. Un cierre a la altura de la grandeza de Salvochea.


Anarquista e internacionalista convencido, formado en las filas del socialismo utópico, destacó siempre por su labor a favor de los más necesitados, ya fueran personas sin recursos, jornaleros de la campiña gaditana o presos políticos encarcelados en el Castillo de Santa Catalina de Cádiz o en la lejana isla guineana de Fernando Poo. Tras participar en la Revolución Gloriosa de 1868, que comenzó en Cádiz y derrocó a la reina Isabel II, fue elegido en 1873 alcalde republicano de la ciudad y presidente del cantón federal gaditano. La restauración monárquica de Alfonso XII en 1874 pondría fin a este breve e intenso episodio de nuestra historia y condenaría a Salvochea a cadena perpetua.
Una amnistía promulgada tras la muerte de Alfonso XII le permite regresar de nuevo a Cádiz, donde se convierte en todo un símbolo del movimiento obrero andaluz y funda el periódico El Socialismo, con el que introduce en nuestro país las ideas del anarcocomunismo de Kropotkin. Entre 1890 y 1891 organiza huelgas a favor de la jornada de ocho horas y aumentos salariales, por las cuales nuevamente es encarcelado. Poco después es acusado de promover el motín agrario de Jerez de la Frontera por los jornaleros del campo, por lo que sería condenado una vez más a doce años de cárcel. Aunque demuestra las falsas acusaciones y se le ofrece el indulto, Salvochea se niega a cogerlo hasta que no sean liberados el resto de sus compañeros. Todos ellos serían puestos en libertad definitivamente en 1899, en un indulto concedido tras el desastre de la guerra colonial del 98. Renuncia entonces a su herencia y a las posesiones familiares, que entrega a los más necesitados, decidiendo llevar una vida lejos de todo lujo material, casi llegando a la indigencia. Pocos años después moriría, el 27 de septiembre de 1907. El pueblo de Cádiz jamás olvidaría a su alcalde, conocido como “el santo de la anarquía”, como demuestra el hecho de que su tumba estuviese siempre inundada de flores. ¡Cuánto añoramos a políticos así en los tiempos que corren!


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